sábado, 4 de agosto de 2007

Los leones “amaestrados” entraron al Circo Rozansky con muchas ganas de “Komerse” al Padre von Wernich

Algunas acciones acaecidas durante el “Juicio Popular” al Reverendo Padre Christian Von Wernich, ponen de manifiesto la absoluta parcialidad que mantiene el Tribunal Oral Nro 1 de La Plata y explican la poca confianza que inspira el funcionamiento de la justicia argentina. Si bien para muestra basta un botón, nosotros presentaremos varias perlitas.

Apriete a Testigos

El las audiencias del día 16 de julio, se presentó en carácter de testigo el Sr Alfredo Miguel Abuin, quien fuera detenido el 11 de agosto de 1977 por presunta vinculación con el Caso Graiver, financista de los montoneros. Durante su declaración refiere taxativamente que no fue torturado ni golpeado en el centro de detención y que durante su estadía había estado alojado en una celda totalmente sólo.

Nervioso frente a esta declaración “independiente” del testigo, que se alejaba del libreto oficial, el Presidente del Tribunal, Dr Carlos Alberto Rozansky, lo increpó duramente y entre otras cosas le dijo: “Usted está contradiciendo todo lo manifestado por testigos anteriores” e intentó, en reiteradas oportunidades, inducir al interrogado para que afirmara que en el lugar de detención realmente se torturaba. Tanto se insistió sobre el tema que, finalmente, el pobre Abuin, tuvo que aceptar el haber oído que algo se comentaba al respecto, aunque olvidó que poco antes había declarado que estaba solo en la celda ¿Testigos libres?...

Testigos del más allá… o con imaginación frondosa…

El mismo día, “en nombre” de su padre ya fallecido, presta testimonio el cónsul argentino en Nueva York, Héctor Timerman, hijo del famoso periodista director de La Opinión. Dejando de lado que todos los argentinos le pagamos el viaje al hijo de Jacobo para emitir declaraciones que no tienen valor jurídico, el Timerman kirchnerista declaró aspectos que nunca su padre había manifestado en vida. En otras palabras, 30 años después de los hechos referenciados, un hijo le hace decir a su padre, ya fallecido, cuestiones que aquel nunca dijera públicamente.

En un momento de la declaración, el buen “Héctor” relata que su padre “Jacobo” le había manifestado que en una sala de torturas había reconocido la presencia de Camps, Berjés y Von Wernich. Como la mentira tiene patas cortas, olvidó un pequeño detalle: Que el 23 de setiembre del 1986, en la Causa Camps, su propio padre, en rueda de reconocimiento de imputados, no había podido identificar al Dr Jorge Berjés, según consta en el Diario Clarín del 24 de septiembre de dicho año.

¿Y, con el asadito qué hacemos?

Juan Destéfano no podía quedar afuera. El viejo “simpatizante” de la CNU (Coordinadora Nacional Universitaria) necesitaba aprovechar la ocasión para ganar la simpatía de sus viejos enemigos montoneros.

Al referirse al padre Von Wernich manifestó que aquel era parte de la patota policial. ¿Cómo se explica entonces que cuando recuperó su libertad invitara a toda la temible patota a un asado en su casa para agradecerles los momentos vividos mientras estuvo detenido? ¿Es que acaso no recuerda a sus invitados? ¿Olvida que el Padre Christian estuvo entre ellos?.

Pareciera ser que el negocio del combustible adulterado, la quiebra de Racing y las salas de apuestas hípicas lo tienen “algo” confundido al señor Destéfano. Sin lugar a dudas la memoria es selectiva. Y hay muchas cosas que el ex secretario de la UOM prefiere mantener en el olvido.

Rueda de Reconocimiento con uno sólo para reconocer.

De todos modos, el caso más extravagante y casi divertido del Gran Circo Rozansky ocurrió el día jueves 20 de julio, durante la declaración prestada por Luis Guillermo Taub. En efecto, este testigo, basado en una presunta visita del padre a su lugar de detención, brinda una vaga descripción física del sacerdote, como “prueba” de que aquella vsita realmente había ocurrido.

Dejando de lado el asunto, ya de por sí llamativo, de aceptar como válida la descripción que se brindaba de un hombre que venía siendo tapa de los diarios, revistas y programas de televisión de los últimos días, más llamativa resultó la vaguedad de la descripción proporcionada.

Imaginemos que alguien, para describir al presidente Kirchner, dijera que se trata de un hombre de mediana edad, relativamente alto, de contextura robusta y de pelo castaño, que usualmente viste con saco y corbata. Por poco observadora que sea una persona, no cabe duda de que la descripción es incompleta, y que la falta de rigor en la misma es totalmente voluntaria por parte de quien la transmite.

La descripción vaga proporcionada exigía la presencia del sacerdote. Fue entonces, que con voz firme y segura, como la de quien lo hubiera ensayado repetidas veces frente al espejo, el presidente del tribunal ordena que traigan al preso para que sea reconocido por el testigo.

Todo demasiado armado… necesitaban someterlo al cura al escarnio público… la televisión y la prensa necesitaban volver a presentar la imagen de un sacerdote esposado, custodiado por la policía. Todo era muy evidente. Los medios habían pagado la entrada al circo… los asalariados del régimen tenían que cumplir su papel.

Con la presencia del sacerdote esposado, con chaleco anti bala y al lado de su abogado defensor, su excelencia Rozansky siguió el libreto: “¿Es ese el sacerdote que usted vio en el centro de tortura?”. “Si, con seguridad. No tengo ninguna duda”, fue la respuesta contundente del inspirado testigo. ¿Cabía acaso alguna otra respuesta? ¿Puede tener algún valor jurídico esa rueda de reconocimiento unipersonal? ¿Alguien tenía alguna duda de la respuesta? ¿Era necesaria para el juicio? Todo demasiado vil, casi tan torpe como el oportuno secuestro y aparición mágica del compañero Gerez.

Presencias Incómodas.

Mientras rememoraba estas perlitas, observadas durante mi permanencia en el juicio, pude comprender el porqué de la decisión del tribunal de impedir mi presencia en las audiencias… No tengo dudas de que los Jueces saben perfectamente que su decisión no se ajusta a derecho… pero prefieren asumir el costo de ser juzgados por abuso de autoridad y discriminación. No sea cosa que mi estadía en el juicio termine poniendo en evidencia ante la opinión pública lo que muchos argentinos ya empezamos a vislumbrar… que en los temas sensibles al gobierno, los tribunales federales son meros apéndices de la Casa Rosada.

María Cecilia Pando
DNI: 18.470.203

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