sábado, 12 de enero de 2008

Más de la Justicia Kakista...

En Prensa Obrera N° 970 salió una nota titulada “Amia: se cierra el encubrimiento judicial. Un premio de Kirchner para el fiscal” (pág. 2). En la nota se denuncia al fiscal de la causa Alberto Nisman, que emitió un dictamen culpando al Hezbollah y a Irán, e incluso pidió la captura del ex presidente iraní Rafsanjani sin fundamento alguno.

Se informaba que el mismísimo Bush “felicitaba” la resolución de Nisman y se denunciaba que, a cambio de los favores, su esposa había sido nombrada jueza en San Isidro. Su nombre es Sandra Elizabeth Arroyo.

Sandra Arroyo Salgado

Con fecha 4 de noviembre fue publicado en el Boletín Oficial el decreto con firma de Kirchner que nombra a la Dra. Sandra Elizabeth Arroyo Salgado (de Nisman) como titular del Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional Nº 1 de San Isidro, en la Provincia de Buenos Aires.

“La elección sorprendió en el Poder Judicial, teniendo en cuenta la experiencia judicial de los candidatos que compitieron por el cargo” (La política online). Resulta muy llamativo que el “premio” para la señora del fiscal de la causa Amia sea en el mismo juzgado donde llegó la causa de la muerte dudosa de Febres.

Si lo analizamos quién es el victimario??

No olviden que apenas murió Febrés el abogado querellante Yanzón salió a decir que los militares tenían que estar en cárceles comunes.
Si Febrés no habló en todo el juicio lo iba a hacer el último día.????
Si el juez de la causa Esma, Torres, es el primero en no querer llamar a nadie más a declarar.
El pacto de silencio se quebró hace tiempo cuando los condenados todos, no solamente Febres , vieron que la institución los había dejado solos.

Tener siempre presente que para esta magistrada los únicos posibles culpables de la muerte de Febrés son los familiares y la Prefectura, sin considerar otras hipótesis, que bien merecerían una especial consideración. Se olvida la jueza de los únicos realmente beneficiados con esta medida... los montoneros reciclados, especialistas en pastillas de cianuro, que en una sincronizada operación política, aprovecharon la muerte del Prefecto para profundizar su venganza.

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