lunes, 24 de marzo de 2014

Lesa humanidad

Derechos humanos, de la justicia a la venganza

Antonio Orlando Vargas, ex militar de 73 años, fue detenido en Córdoba en diciembre de 2010, acusado de delitos de lesa humanidad cometidos en Jujuy en 1976. Padecía de EPOC y de cáncer de próstata, enfermedades crónicas, irreversibles pero controlables, por lo que se le concedió la prisión domiciliara. En julio de 2012 fue trasladado a Jujuy para prestar declaración. Hizo el viaje en una ambulancia, con escasa atención; llegó en estado deplorable y debió ser internado inmediatamente. Igualmente fue llevado a la audiencia judicial, la que no pudo avanzar por la aguda descompensación del declarante. Finalmente, el tribunal dispuso su traslado a la unidad penitenciaria de Ezeiza, provincia de Buenos Aires, donde -aseguraron los médicos peritos- dispondría de condiciones adecuadas para su tratamiento. No es así y el estado de Vargas se agrava día tras día.
Estas líneas resumen el análisis hecho por el doctor Mariano N. Castex, destacado psiquiatra forense, basado en los peritajes médicos, pues no se le permitió examinar al detenido. Ya ha hecho públicos otros casos similares y más dramáticos, como el del ex general Ibérico Saint Jean, muerto en parecidas circunstancias. Además de las fallas generales del sistema carcelario, Castex encuentra en ellos una voluntad deliberada de venganza y una complicidad taimada y mendaz de la que suelen participar funcionarios judiciales y peritos médicos.
Un caso menos dramático, pero igualmente representativo de la voluntad de venganza, es el del Instituto Universitario Devoto de la UBA, que posibilitó a muchos condenados -entre ellos, Sergio Schoklender- iniciar una nueva vida. En 2012 el Consejo Superior de la UBA decidió no admitir allí a condenados o procesados por delitos de lesa humanidad, siguiendo la recomendación de expertos consultados, como la diputada Adriana Puiggrós y el juez Eugenio Zaffaroni.
El teniente primero Vargas está acusado por la llamada "noche del apagón" de Jujuy, que dejó treinta desaparecidos. Los frustrados aspirantes de la UBA -Adolfo Miguel Donda, condenado; Juan Carlos Rolón y Carlos Guillermo Suárez Mason (h.), procesados- tienen nombres conocidos en la triste historia de la represión clandestina. Pero ése no es el punto. Más allá de los crímenes aberrantes que pueden haber cometido, para la Justicia son individuos, personas iguales ante la ley y poseedores de lo que hoy llamamos derechos humanos. Son personas que, además de sufrir frecuentes discriminaciones en los procesos judiciales, en prisión resultan víctimas de un ánimo de venganza que cobra vidas. En un nuevo aniversario del 24 de marzo de 1976, la democracia que ya ha cumplido tres décadas está renunciando a sus principios fundadores: el Estado de Derecho y la garantía de los derechos humanos.
Esta desviación de la Justicia a la venganza surge de dos procesos ideológicos que tuvieron un catalizador en el kirchnerismo. El primero resultó de la confluencia entre un sector intransigente de los derechos humanos y los continuadores de la tradición ideológica y política de los años setenta. El segundo, menos discutido, tiene que ver con la manera como la sociedad y sus voceros redujeron desde el principio la cuestión de la violencia terrorista a una confrontación de demonios, ajenos a ella.
La intransigencia surgió entre aquellos familiares de víctimas que solo pudieron elaborar su dolor con reclamos extremos. Pero pronto se les sumaron los herederos de las ideas setentistas, que se incorporaron a la política democrática sin necesidad de revisar o criticar sus convicciones y supuestos. Desde 1983, la violencia de las organizaciones armadas no fue sometida al mismo escrutinio que la del terrorismo de Estado y sus víctimas fueron miradas con la benevolencia que habitualmente les cabe a los perseguidos. Quizá por eso, el discurso de los setenta no perdió legitimidad, y comenzó a reaparecer en las palabras de quienes, como Hebe de Bonafini, han trasmutado la defensa de los derechos humanos, de la ley y la vida por el reclamo de la justicia del Talión.
La segunda causa, más profunda y dilemática, arranca con la misma refundación democrática de 1983, cuyas bases consensuales se construyeron sobre el repudio absoluto a la dictadura militar y el terrorismo clandestino. Según este consenso, nuestra sociedad fue atacada por un reducido grupo de malvados. La gran mayoría fueron buenos ciudadanos; gente correcta, justa, incontaminada, que simplemente padeció al demonio.
Desgraciadamente las cosas no sucedieron exactamente así. La naturalización de la violencia asesina, común en los años setenta, fue el producto de una larga historia colectiva de conflictos en los que el tono fue subiendo gradualmente, hasta pasar de las palabras a los hechos. Sebastián Carassai ha reconstruido esa naturalización entre la gente común, en una época en la que la metáfora de "matar" servía para vender una colonia o un chocolate, o se podía publicar una revista cuyo lema era "El mejor enemigo es el enemigo muerto". Cuando los muertos comenzaron a aparecer en las calles, la pregunta habitual era a qué bando pertenecían y por qué habían sido asesinados. Durante la dictadura los argentinos sobrevivieron en este país, convivieron con las muertes y siguieron preguntándose por qué habría sido. Pocos salieron a poner el pecho, como lo hicieron las Madres de Plaza de Mayo.
Cuando cayó la dictadura se construyó una historia generosa y benevolente, que exculpó globalmente a los argentinos y concentró el mal en unos pocos. Fue una conciencia engañosa, pero probablemente indispensable para construir una democracia que surgía sólo de la voluntad y la ilusión. Más tarde aparecieron los costos de esta división en blanco y negro, sin lugar para los grises. Algunos se adueñaron de los blancos y los esgrimieron contra el resto. Sucedió en tiempos de los escraches y los juicios públicos, cuando la condena del demonio sirvió para justificar las pasiones de quienes se consideraron justos, y que sin sentimiento de culpa se deslizaban de la justicia a la venganza.
En un momento esta venganza justiciera, de doble origen, se convirtió en un instrumento de construcción de poder. Esta maquiavélica transformación fue realizada, con calculada frialdad, por el kirchnerismo. En 2003, lanzado a ampliar su endeble base política, y elegido el camino de la confrontación radical -que conocía intuitivamente, sin necesidad de leer a Carl Schmitt- Kirchner percibió en ese mundo de los derechos humanos facciosos un filón fácil de conquistar. Como en otros terrenos, manipuló con habilidad ideas imprecisas y sentimientos difusos y les dio una forma política. Se proclamó campeón de los derechos humanos, se apropió de objetivos, discursos y símbolos y hasta encontró la retribución adecuada para que las organizaciones emblemáticas se le sumaran.
La llamada política de derechos humanos sirvió para disciplinar a los indecisos. Siempre habría algún archivo comprometedor y una acusación descalificadora. Probablemente esto les ocurra a algunos funcionarios judiciales o peritos médicos de nuestra historia inicial. También sirvió para las aparatosas puestas en escena del discurso, cuya retórica, ampulosa y confusa, fue cada vez más ajena al espíritu fundador del Estado de Derecho y la igualdad ante la ley.
El 24 de marzo dejó de ser una jornada para la reflexión y se convirtió en un feriado. La ESMA resultó un lugar adecuado para celebraciones y asados, y un festival de rock resultó el evento adecuado para inaugurar una tanda de juicios por delitos de lesa humanidad. Pero, sobre todo, el espectáculo requería víctimas sacrificiales. A diferencia de los Schoklender, que tuvieron una segunda oportunidad, para los acusados o condenados por los crímenes de lesa humanidad hay escasa justicia, mucha venganza y, sobre todo, mucha manipulación.
Se acerca la hora del balance de esta experiencia. La llamada política de derechos humanos ha contribuido mucho al clima de enfrentamiento faccioso que hoy sufrimos. Ha afectado seriamente a la Justicia, revelando las falencias de sus miembros -sean militantes convencidos o simplemente acomodaticios- y ha puesto al desnudo la endeblez del Estado de Derecho que se intentó construir en 1983. Se trata de un daño institucional y moral. Para quienes estas cuestiones no son importantes -me temo que no son pocos- quizá convenga recordar que la Justicia es la única defensa de los débiles, y que quienes la destruyen pueden llegar a ser, en otras circunstancias, las víctimas propiciatorias..

domingo, 23 de marzo de 2014

Entrevista con

Philippe Joseph Salazar: "Una mitad de la historia argentina desapareció en el silencio de los que no hablarán"

El filósofo francés, estudioso del proceso de reconciliación en Sudáfrica, sostiene que los crímenes de lesa humanidad requieren el diálogo político más que el testimonio judicial
Por   | Para LA NACION
¿Cómo se reconstruye una comunidad que ha sido atravesada por delitos de lesa humanidad? ¿Cómo pensar el nuevo comienzo en una sociedad en la que aún conviven víctimas y victimarios, e hijos de unos y otros? En definitiva, ¿cómo volver a dotar de humanidad, compasión y amistad a un sistema que ha deshumanizado y oprimido a todas sus partes?
Éstos son algunos de los interrogantes que se formula el filósofo francés Philippe Joseph Salazar, nacido en Marruecos en 1955, que ahora se condensan en el libro Lesa humanidad(Katz), en donde Salazar, que es uno de los coeditores, analiza la singularidad y los alcances del proceso de reconciliación en Sudáfrica -país en donde vive desde hace treinta y cinco años- y marca las diferencias respecto de otros países que han sido inficionados por el horror.
"Para el proceso de reconciliación sudafricano el perpetrador no es alguien al que hay que rechazar, sino reintegrar", dice el especialista en retórica, de un país en el que hubo simultáneamente una refundación ética, del Estado y de la nación. "En Sudáfrica era necesario saber y comprender lo que había pasado, y para saber era necesario dejar hablar. Y para eso se necesita una palabra libre, no controlada como es la palabra judicial, en la que sólo se muestra lo que sirve y se oculta lo que no sirve", explica. A diferencia de lo que se suele sostener en ámbitos académicos y organismos de derechos humanos, según Salazar "el trabajo de la memoria es antipolítico, porque impide avanzar".
Respecto de la reapertura de los juicios en la Argentina, el filósofo -que asistió a algunos de los juicios- no duda en afirmar "que la justicia es una forma codificada de la venganza" y que "no se puede aplicar la justicia penal a las relaciones políticas".
"Se sanciona una ley y luego otra ley. Es de nuevo, desde el punto de vista de la retórica, argumento contra argumento. La consecuencia es que en la Argentina probablemente habrá una nueva ley que cambiará de nuevo las cosas. Y eso es un proceso perverso", dice. Discípulo de Louis Althusser, Emmanuel Levinas y Roland Barthes, Salazar es profesor emérito del College International de Philosophie de París y profesor distinguido en la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.
-¿Cuál fue el impacto y la escala del proceso llevado adelante por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica?
-La Comisión no nació de golpe, pero recuerdo un acontecimiento que me hizo comprender en lo que se convertiría. Su inventor fue el arzobispo Desmond Tutu. Un día fui a escucharlo a la catedral anglicana de San Jorge y dio un sermón sobre la "transfiguración". Y en ese sermón le dio, con sutileza, un aspecto político a la cuestión: la idea de que la transfiguración se aplica también a la ciudadanía. Cuando salí de la catedral, supe que algo importante estaba ocurriendo y que era la adaptación de un vocabulario teológico a una solución política. En Sudáfrica todas las religiones -la católica, la protestante, la judía- son consideradas, a diferencia de otros países, como un aporte positivo a la reflexión política. Lo extraordinario es que Tutu tenía una suerte de magistratura moral transversal sobre todos, y lo que hizo fue inventar un glosario político tomado de la teología de San Pablo, que incluye la idea de transformación, la idea de tomar la buena oportunidad, de leer los signos. Y como los sudafricanos, blancos y negros, son todos muy protestantes, todos los domingos leían la Biblia y tenían caminos de pensamiento que estaban a disposición y a la mano de la política.
-¿O sea que tanto los que estaban a favor del apartheid como en contra tenían un texto común?
-Exacto. El genio de Desmond Tutu fue hacer comprender, tanto a quienes estaban del lado del apartheid como a quienes estaban del lado del movimiento de liberación, que ellos tenían un lenguaje común que podía pertenecer a la política. Una palabra fundamental de ese glosario es la idea de compañerismo, de amigo y ciudadano. Uno es ciudadano porque es amigo y eso lleva a una verdadera revolución política. Con el fin del apartheid no son solamente liberados los negros, sino también los blancos, porque todos son oprimidos. La liberación que sucede en 1994 es una liberación general: los blancos, de una ideología opresiva, y los negros, de una ideología que ellos no aceptaban, pero que los oprimía.Ésa es la base de la reconciliación.
-¿Ambos crímenes están en el mismo plano?
-Sí. Los crímenes de sangre cometidos por los movimientos de liberación están en el mismo plano que aquellos cometidos por los agentes del apartheid, porque la idea es que la ideología es opresiva para todos. Entonces, con la reconciliación de 1994, es una nueva ciudadanía y una nueva nación la que aparecen. Es un modelo único: aceptar que el opresor es una víctima. Es la única solución para construir una nueva nación.
-Hay una elección retórica fundacional, que fue usar la palabra "perpetrador" en lugar de "represor" o "criminal". ¿Por qué se eligió ese camino?
-No podía utilizarse el término criminal porque la reconciliación no está fundada sobre un proceso judicial. Desde el comienzo se dijo que no iba a haber Juicio de Nuremberg y eso fue un escándalo porque Sudáfrica era el primer Estado y régimen que podría haber sido juzgado por crímenes racistas después de la Alemania nazi, y eso no pasó. Fue una decisión de soberanía.
-¿Por qué se decidió no hacer juicios?
-¿Qué es un proceso? Evidencia contra evidencia, balance de argumentos y contraargumentos, y al final hay un juicio. Pero no estamos seguros de que ese juicio sea la verdad, porque el acusado sólo dirá aquello que le puede servir. Y todos dijeron: "No, lo que queremos es comprender cómo los seres humanos pudieron matar otros seres humanos". La Comisión buscó reconstruir eso que pasó en el espíritu de las personas, y el único medio era darles la libertad de palabra, que no es la palabra judicial, que no es libre sino controlada. El objetivo es poder reconstruir cómo pudo vivir ese país durante cuarenta años. El resultado fue extraordinario, porque hubo personas que habían cometido crímenes y destruido todas las pruebas y que, sin embargo, se presentaron ante las familias de las víctimas porque querían quitarse eso de la conciencia. En un sistema judicial el criminal jamás hubiera venido y las familias de las víctimas no hubieran podido comprender por qué ocurrió lo que ocurrió.
-¿Y si el victimario no mostraba arrepentimiento ni necesidad de perdón?
-En la ley de amnistía no es necesario que el criminal se arrepienta y solicite perdón. Tiene que contarlo todo. Se testea si contó todo y si el crimen ocurrió en el marco de una acción organizada. Eso le dio una dinámica social enorme durante dos años, porque la Comisión fue de escuela en escuela, de iglesia en iglesia, como una caravana de justicia en condiciones que no eran formales, sino humanas. Hoy llama la atención para cualquiera que vaya a Sudáfrica lo feliz que es la gente allá. Es la felicidad de vivir juntos. No quieren más hablar del pasado. Es lo que dijo Mandela sobre la frase de San Mateo: "Hay que dejar a los muertos enterrar a sus muertos", porque si no enterramos a los muertos, los hijos de los vivos algún día van a tomar venganza. Eso es un círculo infernal. Lo que se ha creado es un "escenario de palabra" y de reparación moral. Y hoy en Sudáfrica todos se sienten iguales.
-Es difícil no pensar que el proceso sudafricano ha sido excepcional, singularísimo y, hasta en algún punto, milagroso, muy distinto a otros países que salieron de regímenes autoritarios.
-Eso plantea un tema fundamental y es si existen universales en política. La lección de Sudáfrica es preguntarse si hay universales y si son traducibles a otras experiencias. De hecho, se intentó hacer algo parecido en Ruanda y Kosovo, y no funcionó.Cada caso tiene su singularidad. En Sudáfrica el proceso de la reconciliación estuvo al mismo nivel jurídico que el proceso de Constitución. Hubo simultáneamente una fundación ética y una fundación de la nación y del Estado. Un proceso sin el otro me parece problemático. Y el otro tema esencial es que Sudáfrica nunca tuvo un golpe de Estado militar. Los militares siempre estuvieron al servicio del Parlamento. Sudáfrica era una dictadura parlamentaria con elecciones.
-Aún así, con historias y experiencias tan distintas, ¿cree que haya prendizajes que la Argentina pueda tomar?
-En marzo pasado estuve en Mendoza presenciando los juicios a policías que actuaron durante la dictadura. Asistí como periodista francés a esa escena extraordinaria en la que se leía el fallo y se veían en las pantallas las caras de algunos de los acusados que estaban en otras prisiones del país. Afuera había grupos portando carteles. Cuando se empezó a leer el fallo y alguien vio que yo tomaba notas, me dio una foto con la cara de un hombre joven que había desaparecido. Y entendí muy rápido que yo debía levantarla en el momento de la sentencia. Me sentí muy mal cuando escuché los gritos de euforia y de alegría después de la sentencia. Querían más. Veía la foto de ese hombre joven y bello y veía a los viejos que acababan de condenar, y que cuando ellos cometieron el crimen tenían la misma edad que el joven. Pregunta sudafricana: ¿cómo es que un hombre joven que era un oficial de policía pudo secuestrar a este joven cuya foto yo tengo ahora? Eso es lo que quiero comprender y lo que no se conoce. La gente pedía más sangre y ahí me dije: esto nunca va a terminar. La sangre llama a la sangre y los hijos de los que son condenados algún día van a pedir venganza. No vi ni un gesto de amistad, ni de compasión.
-Los familiares de las víctimas no usarían la palabra venganza sino justicia: se ha cometido un delito, y por eso tiene que haber un proceso y una condena.
-Pero toda la antropología demuestra que esa justicia es una forma codificada de la venganza. Participé de un coloquio en Francia con los integrantes de la Corte de Casación, máxima autoridad en estos temas, y ellos mismos han dicho que la justicia criminal es una forma de la venganza, y que Sudáfrica permitió comprender, en política, que hay otras formas de justicia. Ellos decían "no podemos aplicar la justicia penal a las relaciones políticas, porque las relaciones políticas son de una naturaleza diferente". Eso es lo que Sudáfrica ha comprendido: que esos crímenes fueron cometidos en situaciones políticas. El tratamiento del crimen, del odio y la venganza deben ser tomados política y no penalmente.
-En la Argentina esto que usted dice le agradaría mucho a los militares y a sus familias, pero no a los militantes.
-Sí. ¿Por qué razón? Porque el marco sigue siendo un marco penal. Si hacemos comprender a las familias de unos y otros que el fin es crear una reconciliación nacional, entonces puede sonar de un modo distinto. Eso debe venir de la política, pero no sucede porque el interés de los gobernantes es dividir para reinar. Es un escenario que crea infelicidad, y ése no fue el caso en Sudáfrica.
-A diferencia del proceso sudafricano -en donde se reconstruyeron los hechos-, en la Argentina los militares no hablaron y se da la paradoja de que "hacer justicia" impide avanzar hacia la verdad y tener información sobre el destino final de las víctimas y la identidad de los hijos apropiados.
-Y no conocerán nunca la verdad. Una de las cosas que me parece más escandalosa es que, como consecuencia del marco penal, es imposible oír a los militares que cometieron crímenes, porque si hablan se autoinculpan. Eso quiere decir que hay una mitad de la historia argentina que desapareció en el silencio de aquellos que no van a hablar. Eso no sucedió en Sudáfrica: era necesario saber, y para saber era necesario dejar hablar.
-¿Entonces cree que en este contexto acá no habría lugar para palabras de verdadero perdón, reconciliación y verdad?
-La audacia política es crear las condiciones para que la gente comience a pensar de ese modo. Si no hay liderazgo político, eso no va a ocurrir. En Sudáfrica se dio el extraño caso de tres líderes políticos: Frederik de Klerk, Desmond Tutu y Nelson Mandela, que desde puntos de vista diferentes convergieron en una idea, un proceso único y un lenguaje común.
-¿Cuán importante es el factor tiempo en un proceso de recuperación y reconciliación?
-En Sudáfrica todos se pusieron de acuerdo en que el trabajo de la memoria es antipolítico porque impide avanzar. Allí se produjeron dos procesos simultáneamente: el constitucional (1994-1996) y el de la reconciliación (1995-1998). El de la Constitución tomó dos años y era necesario que el proceso de reconciliación también fuera corto. La idea de Tutu fue hacerlo rápido, cuando todo estaba fresco, y poder avanzar. Lo que encuentro fascinante es que en Sudáfrica hay muy poco trabajo de la memoria. El pasado fue enterrado y avanzamos. Y hay un museo al que no va nadie, salvo los turistas. Los países que no fueron capaces de resolver el conflicto mental, psicológico y político, han creado una industria de la memoria que es antipolítica porque impide avanzar. Los museos producen pruebas y evidencias, pero ocultan muchas otras: tenemos un muro, ponemos nombres y hay muchos nombres que faltan, al igual que los procesos jurídicos en los que se oculta lo que no sirve y se muestra lo que sirve.
-Y para usted eso no tendría nada que ver con la reparación de una comunidad.
-No, los lugares de la memoria son lugares cerrados, que se cierran sobre sí mismos, y la reconciliación implica abrir. Los lugares de la memoria son lugares para "maquillar" la cuestión. Es el azúcar sobre una torta que está mal hecha.
-Usted visitó la ESMA hace algunos años. ¿Qué destino cree que debería tener ese lugar?
-Efectivamente, visité la ESMA antes de que fuera un museo, cuando estaba todo destruido. Había que dejar todo así y dejar a la gente reflexionar. No sirve de nada canalizar el discurso. Es como visitar ruinas antiguas: no se necesitan guías. Todo lugar de la memoria es el resultado de una toma de partido. Desde un punto de vista retórico, un lugar de la memoria fabrica un argumento, con un punto de partida y un punto de llegada. Creo que la ESMA debería ser una escuela militar al servicio de una nueva nación y formar a las nuevas generaciones creando conciencia de que ese lugar sirvió a un régimen crápula, y que los militares ahora están a las órdenes de la política.
-Todo lo que dice hace suponer que a Sudáfrica y a la Argentina las separa un abismo.
-[Suspira] Creo que hay una Sudáfrica mirando al futuro y una Argentina encadenada al pasado., lo que es terrible para los jóvenes. Aquí los jóvenes están hundidos y aprisionados en el pasado..
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Descubra la Mentira Oficial del 24 de marzo, ese que algunos llaman el "Día de la Memoria"
publicado a la(s) hace 16 horas por Julio Mendoza



El próximo 24 de marzo, algunos proponen en esto: Facebook recordará a los desaparecidos CELTyV y BWN Patagonia proponemos que todos en nuestro estado pidamos lo siguiente: JUSTICIA Y VERDAD PARA LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO - NO A LA IMPUNIDAD DE LOS TERRORISTAS. Miles, millones deberíamos estar pidiendo que se acabe la impunidad de quienes agredieron a la sociedad cuando integraban organizaciones terroristas. Es necesario difundir la verdad, divulgar que: de 30.000 placas de supuestos desparecidos por los militares, solo tienen identificación 8.718, porque debemos ser muchos los que recordemos a las víctimas del terrorismo que suman ya 13 mil casos. Un día donde no se recuerda a las víctimas y si a muchos de sus agresores, no es un día que honre la memoria. (En la foto: Atentado en la casa del Dr. Klein - En el recuadro su hija Marina de 10 años rescatada por los bomberos).

Todos los argentinos deberían saber que muchos de sus funcionarios son terroristas y por ello, deberían ser juzgados, condenados e inhabilitados para ocupar cargos públicos. No permitamos que nuestra comodidad o falta de compromiso siga privando a la Argentina de ser una Nación y a las víctimas de ser reconocidas como se merecen.

Víctimas del Terrorismo: En las investigaciones del CELTyV se han detectado hasta el momento más de 13 mil casos de víctimas directas. No se cuentan en esa cifra a todas las personas que han sido indirectamente afectados por hechos de terrorismo.

CELTyV es una Institución que defiende a las víctimas del terrorismo, y manifiesta que los subversivos fueron (y son) asesinos por todos los actos cometidos.

Debería llamar a la indignación de los familiares de inocentes que han caído en la guerra antisubversiva que están figurando asimilados a los terroristas en igualdad de condiciones, en tanto que nada tenían que ver con hechos subversivos.

Esto implica un reconocimiento de que hubo excesos en la Guerra contra la Subversión, donde han caído inocentes, y que los mismos no fueron militantes guerrilleros. Sus familiares no debieran admitir tal equiparación.

Algunas injusticias y mentiras.

Comentando los Mandamientos, Santo Tomás llega al octavo y nos explica que se puede mentir de tres modos diversos: acusando falsamente, acudiendo a testigos mentirosos y sentenciando injustamente mediante jueces inequitativos. Mienten los detractores que arrebatan el buen nombre, los que los escuchan complacientemente, los aduladores y murmuradores que se hacen eco de los embustes propagándolos por doquier, item susurratores, agrega el Aquinate, que es decir también los chismosos, a quienes maldice la Escritura porque “turban a muchos que viven en paz” (Eccli 28,15).

Abundando en ciencia y en prudencia, el Santo Doctor considera cuatro motivos por los cuales ha de ser reprobada toda patraña. Porque nos asemeja al demonio -mentiroso y padre de la mentira-, porque trae la perdición para el alma, porque desprestigia la fama y la honra, y porque hace imposible la vida social, ya que si los hombres no se dicen la verdad recíprocamente, la concordia entre ellos desaparece, y con ella la causa formal del orden comunitario. 

1 El mito de los "jóvenes idealistas" que "jamás cometieron delito alguno" y que "fueron víctimas de terrorismo de Estado" a partir del 24 de marzo de 1976.Eso es falso, ya que hubo numerosas víctimas del terrorismo, y cada acto de terrorismo ha tenido autores materiales de los hechos.

2 La indemnización de 4.400 millones de Pesos abonados a los familiares de desaparecidos, en tanto que a los familiares de muertos por la subversión no se les ha reconocido ni indemnización ni reparación alguna.

3 La mentira de los 30.000 desaparecidos: El monumento construido en la ex ESMA, consiste en 5 paredes con 30.000 placas. Ocurre que solo tienen identificación 8.718 placas. Esto quiere decir que hay 21.282 placas sin identificar a más de 30 años de los sucesos, 21 mil "NN", sin parientes ni nadie que reclame por ellos...

Ampliando la mas grande de todas las mentiras: En el Parque de la Memoria, junto al Río de la Plata, se inauguró el monumento donde figuran los nombres de los desaparecidos y el presidente saliente Néstor Kirchner y la presidente electa Cristina de Kirchner, su mujer, visitaron el predio en el Parque de la Memoria (el predio de 14 hectáreas que se construyó en días de Carlos Menem en tierras ganadas al río en la costanera norte). El monumento consiste en 5 paredes con 30.000 placas pero solamente tienen identificación8.718 placas. Esto quiere decir que hay 21.282 placas sin identificar.

¿Hay 21.282 desaparecidos sin identificar? ¿Hay alguna sospecha de que quedan otros 21.282 desaparecidos de los que no hay constancia en la Argentina?

No. Es lamentable que se multiplique por 3 los detenidos-desaparecidos para así 'hacer número' e impresionar desde lo político, especular desde lo financiero (resarcimientos, etc.).

Esto no quita que el monumento, que pagaron todos los contribuyentes argentinos, resulte espléndido: hoy ingresan las primeras esculturas y un centro de interpretación, donde se prevé que habrá una biblioteca, una medioteca y un lugar para conferencias.

Pero es un monumento a la confrontación, no a la pacificación. Y la pacificación no podrá ser alcanzada cuando desde un lado se reivindica la aniquilación como método y del otro se especula con 21.272 detenidos-desaparecidos inexistentes.

“Tenemos un lugar para recordar a los desaparecidos, asesinados y caídos en combate en este país”, comenzó el fotógrafo Marcelo Brodsky, quien leyó un discurso consensuado por la Comisión pro Monumento.

“Queremos más justicia, más celeridad en su trabajo, más juicios, más testimonios, más condenas”, destacó Brodsky.

Brodsky comprendió que estaba yendo muy lejos con tantas placas sin identidad colgando del monumento.

Entonces, se cubrió: “Es deber del Estado realizar las investigaciones necesarias para identificar a los que todavía no están, así podremos seguir agregando los ladrillos aún en blanco”.

Pero no es deber del Estado 'fabricar' 21.282 detenidos-desaparecidos si no hay 21.282 detenidos-desaparecidos adicionales, aunque nada debería llamar la atención con un Presidente que dijo: “Me abrazo a todos los ladrillos”, antes de realizar lo más inaudito: "¡Que los jueces dejen de ir y venir!”.

No se entiende porqué Kirchner se queja de los jueces cuando controla el Consejo de la Magistratura de la Nación, a través de obsecuentes, para aplicar presión al magistrado que no se comporte como él desea.

“Tenemos una Corte independiente. Sería importante que toda la estructura judicial se movilice”, planteó Kirchner.

Cristina siguió el rumbo de su marido, como en casi todo (terrible el horizonte de país bifronte que se avecina): “Hay una necesidad de justicia, que las causas puedan desarrollarse no con esta lentitud, que es agraviante no sólo para las víctimas y los sobrevivientes, que tienen que relatar una, dos, tres, cuatro veces, casi como un nuevo martirio, sino para la sociedad”, sostuvo ella.

Es inmoral que se invoque a la Justicia para ejecutar revanchismo y linchamiento. 

No olvidar tampoco, cuántos se han presentado a cobrar el subsidio de los 200 mil dolares, que no son precisamente 30.000... 

Los familiares de los desaparecidos investigados por la CONADEP tienen derecho a recibir como indemnización US$220.000 de nuestros impuestos en carácter no reintegrable. Para cobrar la indemnización, se presentaron menos de 9 mil personas, y ello lo puede corroborar cualquier ciudadano. 

CONADEP declara la existencia de 8.961 desaparecidos (aunque muchos de ellos se encuentren vivos, en europa, y trabajando para el gobierno, como la Sra. Argibay). 

Argibay fue una de las primeras personas que entraron a la Corte Suprema cuando el ex presidente Néstor Kirchner tomó la "decisión política" de llevar a cabo una conveniente "renovación en dicho tribunal". Fue propuesta por el Nestor Kirchner, el 30 de diciembre de 2003. El Senado de la Nación Argentina aprobó su designación el 7 de julio de 2004. Se convirtió en miembro de la Corte el día 3 de febrero de 2005, una vez que hubo terminado sus deberes en la ICTY.

Esa cifra, de 8.700 placas, se asemeja con la realidad. 

Algunos de los niños y adolescentes asesinados por el terrorismo en Argentina
El 13 de marzo de 1960 se inició una nueva etapa en la Argentina, ese día murió en Buenos Aires, Guillermina Cabrera, de tres años de edad, producto de una bomba colocada en su casa, cuyo destinatario era su padre. Desde ese momento la escalada de violencia fue en vertiginoso ascenso llegando a computarse en la década del 70 más de 21.600 hechos terroristas; que dejaron miles de víctimas. Sus familiares sufrieron asesinatos, secuestros, torturas, encarcelamientos clandestinos o mutilaciones de sus seres queridos.

Entre ellos hubo civiles, militares, niños, periodistas, jueces, diplomáticos, empresarios, policías, pobres y ricos. No existieron distinciones a la hora de elegir el blanco por parte de los terroristas. Las víctimas del terrorismo aún no fueron reparadas por el Estado. Sin embargo sus victimarios, los terroristas fueron objeto de cuantiosas reparaciones.


En la madrugada del 1 de agosto de 1978, una poderosa explosión conmovió Barrio Norte, causando 3 muertos, 10 heridos y cuantiosos daños materiales.
Fue una voladura de 2 edificios de departamentos, luego demolidos, ejecutada por terroristas montoneros del Pelotón de Combate Especial “Eva Perón”, para atentar contra la familia del Vicealmirante Armando Lambruschini, que vivía en Pacheco de Melo 1963/69 Piso 3º “B” de Capital Federal.

Los integrantes del ejército montonero, atracaron una poderosa carga explosiva en la medianera del 2º piso de Melo 1959 que detonaron a la 1.40 de la madrugada, presumiendo que la familia estaría toda durmiendo, pero asesinaron a Paula Lambruschini de solo 15 años, hija del marino y a la Sra. Margarita Obarrio de Vila de 82 años, hiriendo de extrema gravedad al Sr. Ricardo Alvarez, (que un día después fallecería por las importantísimas heridas recibidas).
Durante meses estuvo cortada la calle de esa cuadra hasta la demolición de ambos edificios, ante la imposibilidad de su reparación.

Uno de los principales diarios argentinos, CLARIN, en su Editorial del 2 de agosto de 1978, decía: “Ante el artero atentado. El atentado terrorista ocurrido en la madrugada de ayer no solo reúne todas las características de una desesperada expresión de paranoia ante la derrota irreversible que advierten sus autores, sino que además, pone de relieve su intención de buscar efectos dramáticos ante la opinión pública general. ... ninguna motivación racional puede encontrarse ante esta expresión superlativa de ejercicio de la crueldad, llevada a extremos tales de irresponsabilidad y de cobardía que agota todos los calificativos. ... Esta es la hora, en suma, de terminar con los restos de la subversión, quitándole toda posibilidad de recuperarse. En esa empresa se ubica todo el pueblo argentino...”.

La Sra. María de Benson, madre de 4 niños menores de 6 años, que vivía 2 pisos arriba de la familia Lambruschini, decía: "Tomás, mi bebé, estaba muy inquieto y no podía dormir. Lloraba mucho y lo levanté de la cuna. En ese momento explotó la bomba. Allí precisamente sobre la cuna, cayeron todos los vidrios de la ventana. El camisón empezó a mancharse de sangre y me di cuenta de que algunos vidrios se me habían clavado en el cuerpo. Mi marido, saltó de la cama, y corrimos a la ventana. Vimos a una mujer completamente histérica que gritaba "Asesinos, asesinos" y los autos con sirenas que empezaron a llegar. Coches de policías, ambulancias, bomberos... Mis hijos no dejaban de llorar. ...Había mucho olor a pólvora y un polvillo rojizo lo cubría todo. Entonces descubrí que la pared de mi cuarto estaba rajada y tuve miedo de que se derrumbara todo el edificio". *

Ese 1 de agosto, quienes se creen dueños de las vidas ajenas, acabaron con la joven promesa que era Paula Lambruschini. Sus victimarios, nunca fueron juzgados ni condenados por la Justicia Argentina, sus familiares igual que las otras víctimas, no pudieron ejercer sus derechos a la Verdad, la Justicia y la Reparación. Paula, fue una más de las silenciadas víctimas del terrorismo de Argentina, cuya vida fue truncada en sus inicios por combatientes de un ejército revolucionario que para obtener el poder, no perdonaron ni siquiera a los niños. 

Marita, su compañera de banco en el colegio, decía: "Si solo fuera un mal sueño... Despiértenme, por Dios... Ayer hablé con ella, ayer nomás. Y ahora Paula no está más". *

* (Testimonios brindados a la Revista GENTE, en su edición del 3 de agosto de 1978).

Todos podríamos haber sido víctimas del terrorismo, algunos lo son, apoyemos su lucha!!! Este 24 que nuestro estado diga a todos por qué el 24 de marzo es el día de la desmemoria!

Diego Ignacio Mur | CELTYV | BWN Patagonia
24 de marzo: Dia de la MEMORIA por la VERDAD y la JUSTICIA

sábado, 15 de marzo de 2014




Cuando los jueces se someten al poder de turno
Por Alberto Solanet | Para LA NACION

La Constitución Nacional asegura derechos y garantías a todos los habitantes de este suelo; sin embargo, para el Gobierno y los jueces que le son funcionales, hay un sector de argentinos que no están alcanzados por esa protección, quienes, como los esclavos de antaño, han sido señalados con la marca de "lesa humanidad".

En los últimos años, bajo la acusación de delitos ocurridos en la década del 70 en ocasión de la lucha antisubversiva, se encuentran detenidos más de 1700 oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas y de seguridad; civiles, sacerdotes y ahora jueces. Ya han muerto 224 en cautiverio.

A todos ellos se les aplica un régimen legal procesal y de fondo diferente que al resto de los ciudadanos de la República. Sólo ellos están encerrados en cárceles comunes superando más de 70, 80 y hasta 90 años de edad. Sólo a ellos se les niegan las excarcelaciones, las libertades condicionales, las salidas transitorias, las detenciones domiciliarias y otros beneficios establecidos por las leyes que rigen y se aplican al resto de los imputados de delitos en la República Argentina. Hay muchísimos internos que padecen de cáncer y otras graves enfermedades y en las cárceles no tienen la menor posibilidad de ser atendidos adecuadamente.

Últimamente hasta se les ha prohibido tratarse en los hospitales de las Fuerzas Armadas, donde están cubiertos por sus obras sociales. Sólo a ellos, y no a quienes ellos combatieron, se les desconocen los beneficios de los indultos y las leyes de amnistía. Sólo a ellos se les desconoce el instituto de la prescripción, de la aplicación de la ley más benigna y de la cosa juzgada. Sólo a ellos se les aplican prisiones preventivas que superan con creces los límites legales, llegando a seis, ocho y más años. Sólo ellos sufren largos años de encierro sin condenas y éstas, en casi todos los casos, son dictadas de antemano, sin pruebas válidas.

Estos procesos por delitos acuñados como de lesa humanidad constituyen verdaderos atropellos a la Constitución y a todos los principios liminares del derecho.

Este grave desvío comenzó con la escandalosa violación del principio de legalidad por parte de la Corte Suprema, que resolvió aplicar retroactivamente el Estatuto de Roma, que estableció esa figura con carácter imprescriptible, aunque el propio Estatuto, respetuoso del precepto, dispuso su vigencia a partir de su entrada en vigor (art.24).

Sobre este punto, la Corte Penal Internacional, creada en virtud del Estatuto, con sede en La Haya y con competencia para juzgar este tipo de delitos, hace pocos días, ante una denuncia presentada por un letrado argentino contra el general Balza, por vía de la Fiscalía, notificó su desestimación en estos términos:


"Como usted sabe, la Corte Penal Internacional [CPI] se rige por el Estatuto de Roma, el cual encomienda a la Corte con una jurisdicción y un mandato muy específicos y cuidadosamente definidos. Una característica fundamental del Estatuto de Roma [artículo 11] es que la Corte sólo podrá ejercer su competencia respecto de los crímenes cometidos después de la entrada en vigor del Estatuto de Roma, el 1° de julio de 2002. Con la información de la que se dispone actualmente, la conducta descrita en su comunicación parece haber ocurrido con anterioridad al 1° de julio de 2002. En consecuencia, como el asunto parece estar fuera de la competencia de la Corte, el fiscal ha confirmado que no existe actualmente una base que justifique un análisis posterior".