martes, 17 de junio de 2014

Descripción: firma



MENSAJE DE LA ASOCIACIÓN DE ABOGADOS POR LA JUSTICIA Y LA CONCORDIA


Cuatro integrantes de la mesa directiva de esta Asociación - los doctores Alberto Solanet, Eduardo Bieule, Rodolfo Milano y Gerardo Palacios Hardy -, estuvieron en Roma entre el lunes 26 y el viernes 30 del pasado mes de mayo. El motivo central del viaje fue asistir a una audiencia con el Santo Padre, que había sido solicitada en diciembre del año pasado.

El encuentro con el Papa tuvo lugar el 28, durante la llamada ‘audiencia pública’ que se realiza cada miércoles. Los viajeros fueron ubicados en la primera fila de un lugar privilegiado, a pocos metros de la plataforma desde la cual Francisco suele dirigir un mensaje a la multitud congregada en la plaza, frente a la Basílica de San Pedro. Cuando el Papa estuvo frente a aquellos, los saludó con visible afecto, los escuchó, recibió la carpeta que se había preparado especialmente para la ocasión y, finalmente, les dirigió unas breves palabras, pero con un contenido sin duda esperanzador.

Cabe señalar que durante esos saludos a las muchas otras personas ubicadas en lugares similares, es visible que el Papa dedica brevísimos segundos a escuchar los mensajes que se le dirigen, sin entrar en diálogo alguno. La excepción a esa regla – tanto por la duración del encuentro cuanto por el intercambio de palabras – se dio con la delegación de Justicia y Concordia.

Es preciso mencionar también que en los días previos y posteriores a dicha audiencia, los doctores Solanet, Bieule, Milano y Palacios Hardy mantuvieron reuniones con importantes dignatarios de la Santa Sede. Ellas enmarcaron por ende el encuentro con el Santo Padre y fueron de gran utilidad para exponer las gravísimas injurias infringidas al orden jurídico por el gobierno y los jueces kirchneristas y la terrible situación en que se encuentran los presos políticos desde una perspectiva humanitaria.

Fue llamativo constatar que en los más altos niveles de la Santa Sede se tiene un conocimiento profundo de la situación en nuestra Patria.

La prudencia, una virtud olvidada por tantos argentinos, no nos permite abundar en detalles, al menos por este medio. Pero lo aquí dicho debe tenerse como la única versión ajustada a la verdad de lo sucedido en Roma.

Buenos Aires, junio 17, 2014

jueves, 12 de junio de 2014


CARTA DE UN PRESO POLITICO ARGENTINO
Gracias Señores Jueces
Desde mi lugar de cautiverio a causa de la venganza y la cobardía de quienes, por ahora, manejan los hilos del poder y sus cómplices, He sentido la necesidad de expresar mi agradecimiento a quienes son los responsables inmediatos y directos de mi situación.
Gracias jueces porque he podido asumir que a mis 65 años sigo manteniendo toda la fuerza y determinación para sostener mis convicciones y pelear por ellas. Esta prisión es para mí otro destino militar desde donde debo continuar sirviendo a mi Patria.
Gracias por permitirme comprobar en los hechos y en un momento de crisis, el temple, coraje, voluntad, espíritu de sacrificio y amor de mi familia. Me llena de orgullo la actitud de mis hijas y yernos que, desde cada uno de sus lugares, y superando el dolor, están mostrando todas sus fuerzas para trabajar sin descanso haciendo visible la ignominiosa situación de los presos políticos del régimen.
Gracias por hacer que mis amados nietos me demuestren, cada vez que nuestra separación obligada lo permite, todo el amor que sienten por mí. Parecería que a pesar de sus 3 años de edad comprendieran la injusticia que sufre su abuelo y entonces redoblan sus muestras de cariño.
Gracias Jueces por hacer que mis amigos de siempre me manifiesten su solidaridad, apoyo y afecto a mi esposa y a mí. Y gracias también por permitir que queden en evidencia aquellos que no deberán merecer la categoría de tales.
Gracias jueces por haber hecho posible comprender con vuestras actitudes que se puede ocupar cargos de inmenso valor institucional pero carecer de los valores morales y espirituales imprescindibles para ejercerlos. Como testimonio de mi agradecimiento me permito recordarles algunas cualidades en caso de que se hayan olvidado:
Honestidad
Valor
Independencia de Juicio
Ecuanimidad
Memoria Imparcial
 Respeto por si mismo y por las Leyes
 Vergüenza 
Gracias por permitirnos a mi esposa y a mí renovar y demostrarnos diariamente el amor que nos tenemos desde hace más de 40 años. Gracias por hacernos recordar que hemos pasado juntos, en familia, momentos muy felices pero también algunos muy duros y difíciles. Esto nos posibilita convencernos que así como superamos estos últimos, con la misma voluntad y determinación superaremos los actuales y saldremos con mayor unión y fortaleza. Gracias también porque me han permitido comprobar la inmensa capacidad de mi esposa para cargarse al hombro todas las obligaciones y responsabilidades laborales, sociales y profesionales de ambos con gran fuerza y efectividad.
Gracias jueces porque pude recibir la solidaridad que me brindan mis compañeros presos políticos y comprobar la valentía y determinación que demuestran luego de soportar largo tiempo la privación de la libertad, algunos por más de 10 años y hasta 15, sin sentencia definitiva.
 Gracias por permitirme ver, una vez más, como a medida que se descascara el poder de turno, los eternos opinadores van mudando habilidosamente su discurso para posicionarse favorablemente frente a los nuevos vientos. Seguramente y más temprano que tarde quizás, volvamos a contar con la “opinión pública” favorable, aquella que hace casi 40 años nos llevó a enfrentar el flagelo del Terrorismo.
 Gracias jueces porque podré ser testigo privilegiado de la voltereta judicial que por ahora tibia y parcialmente ha comenzado pero que seguramente se incrementará en consonancia con la progresiva decadencia del poder que aún los condiciona.
 Finalmente gracias jueces porque el cambio que significó pasar injustamente de ser un hombre libre a ser un preso político de un día para el otro, también me permite comprobar que el mundo gira e indefectiblemente seguirá girando. Por eso me guardo un agradecimiento que prontamente haré llegar a “vuestras señorías” en la oportunidad que vengan a relevarnos a los “presos políticos” en nuestro encierro en
Marcos Paz.
¡Será Justicia!


Alberto J. Crinigan
Preso Político Argentino

martes, 3 de junio de 2014

“El secuestro de la verdad”.  Morma Morandini.  Senadora Nacional (Frente Cívico)

La Nación. Miércoles 21 de mayo de 2014.

“Tanto se busca silenciar las disidencias que hasta una víctima de los peores abusos de la represión ilegal puede volverse un testigo incómodo.” (…) “El testimonio de María Luján fue subido a YouTube por un abogado defensor en esa causa y fue visto por miles de usuarios en pocos días. Hoy ya nadie podrá verlo porque fue retirado de la Web y ya no está disponible en YouTube, se lo hizo "desaparecer". Es una memoria incómoda.” (…) “Hoy intuyo que entre nosotros siempre se hizo desaparecer desde el poder lo que molesta para construir la versión del relato oficial. (…) Como si fuera posible eludir la opinión de alguien, la verdad de otro, con sólo negarla o dejar de nombrarla. Perturba constatar que aquellos que fueron desaparecidos políticos de la dictadura hoy estén dispuestos a hacer desaparecer voces que los contradicen. Ésa fue la lógica que imperó a lo largo de nuestra autoritaria historia y que hoy se replica en nuestra cultura política.” (…) “En esta última década, muchos dirigentes de derechos humanos salieron de la oscuridad, abandonaron la plaza y cruzaron al Palacio para recibir los favores políticos del poder. Sólo así se entiende la urgencia para congelar la memoria de lo que realmente sucedió en la ESMA. Confío en que, pese a los comisarios políticos, la verdad se impondrá. No en beneficio nuestro sino a favor de lo que nos trasciende, el porvenir democrático.”… 
La autora es Senadora Nacional (Frente Cívico).

Este es el video que la justicia argentina no quiere que se difunda

domingo, 1 de junio de 2014

JUICIOS DE LESA COMODIDAD

La guerra y los conflictos armados no son un acto ético, ni justo, ni económico, ni siquiera militar. Son hechos socio-políticos y, en ese plano, se desatan o se concluyen. Los militares sólo actúan en el combate, que es el síntoma, la cara visible de un conflicto anterior.  Pero la clase política actual, a diferencia de la de los ‘80, prefirió eludir su responsabilidad y encargarle la tarea íntegramente al Poder Judicial. 

Han pasado ya diez años desde la reapertura de esta clase de juicios, englobados en lo que se ha llamado la “política de derechos humanos” del gobierno, por lo que resulta oportuno entonces hacer un balance de ella: se mantiene bajo proceso a 1.795 personas, lo que significa el juzgamiento de menos del 3 % de los elementos empleados por las autoridades constitucionales y de facto de la Nación, para combatir el terrorismo guerrillero de los años 70. El promedio de edad es de 72,4 años, pero hay muchos de más de 80 y hasta 90 años.  El 95% lo constituyen quienes, hace más de treinta años, eran jóvenes oficiales de las fuerzas armadas. El 98% de los presos no ha cometido delitos en los últimos treinta y cinco años.  El 20% de los detenidos son suboficiales, civiles y ex conscriptos, tanto de las fuerzas armadas como de seguridad. Más del 60% no tiene aún condena.  En esta situación ya han  muerto procesados o en prisión 237 personas. Hay quienes ya han recibido dos y tres cadenas perpetuas y siguen siendo juzgados en nuevos procesos una y otra vez.  Se han gastado cientos de millones de pesos en estructuras edilicias especiales para estos juicios, cientos de nuevos contratos, sobresueldos, ocupación y sobre empleo de fuerzas de seguridad y organismos científico periciales, convenios especiales y nuevas Secretarías, mientras se devengan millonarias sumas en honorarios de abogados y futuras indemnizaciones que se sumarán a las cuantiosas ya abonadas por el Estado. 

Como en la época de los hechos los delitos no existían con la calificación de “lesa humanidad” que, con sus gravísimas consecuencias, rige hoy día, para poder reabrir esta clase de juicios, un fallo de la mayoría de nuestro más alto tribunal debió desconocer –al comienzo sólo para los militares- el principio de legalidad, uno de los pilares de la civilización occidental, que establece que nadie puede ser juzgado sino por una ley, con todas sus consecuencias, dictada con anterioridad a los hechos del proceso.

Paralelamente se derrumbó, al comienzo sólo a ellos, la prescripción, la cosa juzgada, las amnistías y los indultos, y más tarde se les negaron las excarcelaciones, el principio de la ley más benigna, la educación en las prisiones, las salidas transitorias, la detención domiciliaria a mayores de 70 años.  Los únicos de esa edad y más que tiene el Servicio Penitenciario son personas sometidas a esta clase de procesos. Los primeros jueces que otorgaron beneficios legales a estos acusados, recibieron de parte de miembros del gobierno, pedidos de juicio político. Y los que no encarcelaban, recibieron “escraches” en sus domicilios.  La Corte Suprema, enrolada expresamente según su Presidente en esta “política de Estado”, ha cerrado la posibilidad del juzgamiento de los guerrilleros. 

Nacimos como Nación suprimiendo toda prerrogativa de sangre o de nacimiento, no reconociendo fueros personales ni títulos de nobleza. Por obra de estos juicios, ya no somos iguales. La discriminación legal de un solo argentino, es una verguenza tan grande para nosotros como sociedad, como la tolerancia a la persecución racial o religiosa.  

La consecuencia de la derogación de esa colosal barrera contra la tiranía que significa el principio de legalidad, ha permitido ahora la extensión de la persecución a los dueños de medios de prensa, civiles que participaron del gobierno en los ’70, empresarios, sindicalistas y hasta sacerdotes considerados enemigos del gobierno, acusados por conductas inciertas o inventadas ocurridas hace 40 años. Han detenido a ancianos presuntamente miembros de organizaciones que combatieron a la guerrilla antes del golpe militar, y a Fiscales y Jueces que los encarcelaron.  Hoy puede verse con toda nitidez que sólo están presos aquellos que combatieron a las organizaciones guerrilleras o que son considerados por algunos miembros del gobierno, sus enemigos.
La “Justicia” –término que usamos comúnmente para denominar al Poder Judicial- es incapaz de resolver equitativamente hechos que por su propia naturaleza, número de participantes y el tiempo transcurrido, la superan con toda evidencia.  “Justicia” es una palabra que le queda demasiado grande a cualquier Poder Judicial del mundo.  Los hombres hemos acordado llegar a aquella sólo a través de la ley.  Si la Junta Militar abandonó la legalidad para lograr la victoria sobre el terrorismo, abandonarla en democracia, para alcanzar lo que algunos entienden como “justicia”, significa la negación misma del sistema, sus valores y sus beneficios. La política es –en este caso- la única que puede llevarnos soluciones más justas, más convenientes, compasivas para todas las víctimas del conflicto, y fraternas para los habitantes de una misma Nación. Pero es ardua, incómoda, y requiere de almas grandes.

El colosal presupuesto destinado al juzgamiento de estos hechos ocurridos hace cuarenta años, se hace ocupando las Fiscalías y Tribunales que debieran estar combatiendo el narcotráfico, los crímenes que asolan nuestras calles, y la corrupción. Pero enfrentar estos flagelos es difícil y peligroso. El poder ha caído en el peor de sus defectos: ser fuerte con el débil y débil con el fuerte. La política de “derechos humanos” ha sido la del prestidigitador, agitando una mano para llamar la atención del público, mientras la otra se lleva las monedas de los apostadores. La gente seria y honesta que se ha preocupado siempre por una verdadera política de derechos humanos, lo sabe perfectamente. Basta entonces de elogiarla, ha sido hasta ahora la más irresponsable, e ineficaz, de todas las que se hayan implementado.

M. C. P