domingo, 14 de mayo de 2017

Este país es genial y loco. O viceversa - Por Horacio Palma

Cada dos días tengo que apagar todo, recluirme en mis recuerdos y hacer un esfuerzo para meditar y convencerme de que no estoy loco y que sí es cierto que viví lo que viví.

Cada vez que escucho a un coro de notables asegurar: "el miedo reinaba en los tiempos del gobierno militar..." abro los ojos no sin asombro y miro en derredor. 

Yo iba a la escuela, salía a bailar hasta cualquier hora, volvía caminando, en bici, en moto o en auto, según pasaron los años. Nunca viví el miedo. Nunca ninguno de mis compañeros o amigos de calles en Gualeguay me comentaron alguna vez tener miedo. 

Las casas no tenían ni rejas ni candados ni diez cerraduras. Jamás "hice novio" en un zaguán de puertas blindadas. Íbamos al carnaval, disfrutábamos de nuestra libertad...éramos felices y nadie nunca comentó: che, no, no salgamos que afuera están los militares matando gente.

Pues resulta que hoy, 40 años después, escucho a viejos amigos o compañeros de entonces, desmentir aquella feliz realidad de nuestra juventud con el cuentito de "la noche más oscura".

Yo no sé si don Horacio Pavón Ezpeleta era revolucionario, aunque mucha pinta no tenía... pero resulta que en la secundaria nos enseñó con puntos y comas la Constitución Nacional.. a pesar de que gobernaba un gobierno de facto.
Luego llegó la democracia, yo por entonces dejaba el secundario y cada uno de los que con discursos grandilocuentes nos hablaban de las dulces mieles de la democracia que se pavoneaba flamante, oronda y virgen, nos juraban que venía lo mejor. Nos prometieron libertad, irreverencia, discusión y disenso ... en paz.

Este país es genial y loco. Esos mismos hoy, con la democracia ya desflecada, un poco pava y no tan virgen, se olvidaron de las promesas de libertad, parece que ahora ya no les conviene, y me intiman a que no discuta, que no disienta.. y que descrea de mis hermosos recuerdos de juventud.. cuando caminaba en paz por las calles de mi pueblo y los zaguanes no eran cárceles de máxima seguridad, sino lugares cómplices para besos con gusto a cielo.
Horacio R. Palma Escritor contumaz

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