lunes, 15 de mayo de 2017

Terrorismo de Estado Vs. Terrorismo Privado ¿Cuál es más aberrante? Por Pedro Rafael Mercado

Hay determinados argumentos que a fuerza de repetición se terminan instalando en la sociedad. Y de alguna manera terminan condicionando todo lo que se dice en la materia. A tal punto que uno termina sintiéndose casi un hereje por tan sólo intentar cuestionar su validez. Se afirma, como si tratara de una verdad revelada, que no pueden compararse los “crímenes” cometidos desde el estado, con aquellos “delitos” cometidos por las organizaciones terroristas. Que una cosa sería el terrorismo de estado y otra el terrorismo efectuado por organizaciones privadas.
Y me lo repitieron tantas veces, que sin pensarlo mucho lo terminé aceptando. No me atrevía a caer en la herejía de cuestionar su validez. Pero la indignación que tengo por estas horas, ante tanta hipocresía frente al 2x1, me ha llevado a dar el salto y a preguntarme abiertamente si realmente resulta más aberrante el presunto delito de un agente del estado, en comparación con un delito similar de los particulares.
Y no me refiero a la categorización jurídica. Está más que claro que, en términos legales, son tan delitos de lesa humanidad los crímenes cometidos por un estado, como los atribuibles a una organización de naturaleza privada, cuente o no cuente con la apoyatura estatal. Salvo para los tribunales de Argentina, que aplican pero no leen el Estatuto de Roma, para el resto del mundo, esta cuestión no ofrece mayores diferencias.
Yo quiero referirme a la valoración moral y social de estos hechos. ¿Son siempre más aberrantes los crímenes cometidos por una fuerza estatal? Imaginemos el siguiente escenario, que seguramente nunca pasó en Argentina. Un grupo de jóvenes idealistas, enojados con la política económica de un gobierno, coloca una carga explosiva en el domicilio de una familia, cuyo titular es funcionario de segunda línea de un ministerio del estado. Para asegurarse de que nadie logre escapar de la explosión, un grupo de estos buenos muchachos, con armas automáticas, toma posición para evitar que nadie pueda salir de la vivienda. “Hay que matarlos a todos, en nombre de la revolución”. Y la explosión se produce… y la casa se desploma con toda la Flia dentro. Hay algunos muertos, varios heridos, y los jóvenes idealistas levantan la copa para celebrar.
Imaginemos que un operativo del estado persigue a los delincuentes y después de un intercambio de disparos, cuando los jóvenes idealistas se sienten atrapados, levantan las manos y exigen un trato humanitario. Imaginemos que algunos uniformados, cansados de enterrar camaradas y familiares de camaradas, deciden hacer justicia por su cuenta y se olvidan de la bandera blanca, quitando la vida de los delincuentes.
Sin lugar a dudas que la reacción es desmedida y condenable. Pero ¿Cuál de los crímenes es más aberrante? ¿Cuál de los delitos merece una condena moral y social más grave? ¿El soldado que se excedió en la aplicación de la fuerza o el terrorista que atentó contra la vida de una familia indefensa?.
O dicho en forma poética, como Sor Juana Inés de la Cruz:
“¿O quién es más de culpar, aunque los dos el mal hagan?
¿El que peca por la paga, o el que paga por pecar?”
Tal vez la sociedad tenga que revisar, algún día, muchos de los mitos que la mentira organizada hizo internalizar en la conciencia de los argentinos.
Pedro Rafael Mercado
My (R) Ejército Argentino

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